Nota preliminar: La obsesión con esta historia nació a partir de la dificultad que tengo con la retención de recuerdos y con el miedo aparente que existe en las acciones del día a día. Claro que tengo recuerdos de mi infancia y adolescencia, pero es extraño no recordar los detalles o, en ocasiones, no poder ubicar una anécdota que algún amigo cuenta. Abruma pensar que la mente puede llegar a ser tan delicada que, sin ningún accidente, los recuerdos se borran para nunca volver a aparecer. En cuanto al miedo del día a día, creo que es inevitable, simplemente se aprende a vivir con eso.
MTP, 2020.
“Si no te equivocas de vez en cuando
es que no lo intentas.”
Woody Allen
De niño, me hicieron diseñar una caja: no una caja cualquiera, una caja de recuerdos. Todo lo que valiera la pena en mi vida, fuera malo o bueno, lo tenía que poner ahí.
Hace algunos años, caí de las escaleras: un golpe no muy aparatoso; sin embargo, dañino para mi cerebro. El doctor me dio una explicación de treinta minutos para decirme “tienes memoria a corto plazo, ahora todo será diferente”.
Aparentemente el neurólogo se equivocó, ya que desde entonces he podido poco a poco empezar a conservar recuerdos de nuevo. Mi mamá me contó acerca de lo que les acabo de relatar… y de la caja. Al encontrarla, me emocioné; tal vez con ella podía recuperar la totalidad de mi memoria. No obstante, después de tantos años, no la puedo abrir…
¿Y si está vacía?
Ciudad de México, 2015.
© 2020 Mauricio Tinoco Pérez
Todos los derechos reservados