Agradezco mucho los comentarios que he recibido acerca de estas entradas. Por eso, a partir de ahora estarán advertidos.
¡ESTE COMENTARIO CONTIENE SPOILERS!
No soy un gran conocedor de la pintura, ni de la escultura, instalaciones artísticas, “happenings”, “performance”, etc. (No me gusta el término de “Arte contemporáneo” porque su nombre descarta otras disciplinas como el cine o la música, por ejemplo). Sin embargo, estoy familiarizado con las fibras sensibles que nos llegan a mover las piezas artísticas. Banksy es un artista que, independientemente de si lo consideramos un vándalo o no, toca estas fibras. Conecta con las audiencias más allá de la superficialidad.
El documental tiene un comienzo vertiginoso. No entendemos gran cosa. Sin embargo, queda claro que Thierry Guetta quería hacer un documental acerca de Banksy y terminó siendo al revés. Nos empezamos a enterar de la vida de Guetta; un francés que emigró a Los Angeles en los ochenta y logra abrir una tienda de ropa. Según él, la ropa la sacaba de la basura, la arreglaba un poco, y la vendía a precios muy elevados. Pronto encontró, en la misma basura, un artículo que lo obsesionó: una pequeña cámara de video. Con ella se adentra en la locura de documentar absolutamente todo. La muerte de su madre cuando él era muy joven se plantea como la razón detrás de esta necesidad.
Guetta comienza a grabar los grafitis de Los Angeles. Todos los que ve, los captura con su cámara. Pronto, empieza a conocer a diferentes artistas urbanos. Los graba trabajando pero también los ayuda a realizar estos actos en la clandestinidad de la noche. Trabaja durante el día y graba en las noches, así durante varios años hasta que logra contactar a Banksy, quien dice que “entablaron una gran amistad porque siempre estaba dispuesto a ayudar y se volvió una persona indispensable”. A gran escala, y quitando muchos spoilers, esa es la trama.
Banksy logra con este documental lo que cualquier cineasta desea: cuando termina no apantalla, sino que nos deja pensando en las preguntas que están implícitas. Thierry Guetta, por órdenes de Bansky, se convierte en artista, empieza a hacer su propio arte callejero; pega pósters en los espectaculares, hace stickers que pega en las señalizaciones de la calle, etc. Se bautiza a sí mismo como “MBW”, que significa “Mr. Brainwash”. Después de más órdenes de Bansky, Mr. Brainwash monta su propia exhibición de arte en solitario. Vende su tienda de ropa e hipoteca su casa para poder llevar a cabo esta Odisea que parece imposible. Incluso Banksy le manda a un asistente que lo empieza a ayudar a montar todo. A pesar del caos que implica montar esta exposición sin sentido (a lo largo del documental, Guetta es planteado como una persona inocente y, a la vez, con una especie de dificultad para hilar ideas coherentes), es un éxito rotundo. En el primer fin de semana, MBW vende 1 millón de dólares en obra y la exposición se extiende durante tres meses logrando la asistencia de más de 50 mil personas (se suponía que iba a durar dos semanas). Banksy y sus colegas artistas se sienten impotentes ante la gran polémica que abre este nuevo artista.
Banksy dice hacia el final “Normalmente a un artista le toma años perfeccionar su estilo, encontrar su propia voz y él (MBW) parece que se saltó todos esos pasos. Antes le decía a la gente que debía hacer arte, creía que todos debían hacerlo. Ahora ya no lo digo”.
Mr. Brainwash es un artista que conecta con las audiencias, no estoy seguro que toque nuestras fibras sensibles más allá de la superficialidad de querer una selfi, pero a grandes rasgos, esto se encuentra muy presente en el “arte contemporáneo”; las exposiciones de Yayoi Kusama generan filas interminables para la foto que todos tienen en Instagram, Zona MACO (exposición de arte que se lleva a cabo en la Ciudad de México) no es más que un lugar para socializar y hacer notar al mundo, por medio de nuestras redes sociales, de que estuvimos allí. Podemos encontrar a muy pocos artistas hoy en día (en todas las disciplinas) que se están haciendo grandes preguntas. Que no están buscando apantallar, sino hacernos pensar, pero a veces pareciera que son más los que nos quieren obligar a sacar el celular, tomar una foto, y olvidar el propósito crítico.
“Exit Through the Gift Shop” nos adentra en lo absurdo, en lo banal, que la palabra arte, si alguna vez existió, esta muerta y rematada por Thierry Guetta. La voz de un genio que, a partir de su ejercicio de constante documentación videograbada y seguridad en sí mismo, logra hacer “arte” o “Arte” o como que diga. Por eso, la frase que adopta para su exposición (y que ha retomado para otros trabajos) es tan adecuada para cerrar esta gran experiencia: Life is Beautiful.
¿Dónde la vi? Está en la biblioteca liberada de MUBI: mubi.com/es/films/exit-through-the-gift-shop
También se encuentra disponible en Youtube.