¡Aguas con los spoilers!
Últimamente he estado viendo –otra vez– toda la filmografía de Paul Thomas Anderson (PTA). La que más me gusta es Magnolia (1999) pero enseguida, probablemente, se encuentra “Phantom Thread” (2017). Según las propias palabras de PTA, Daniel Day-Lewis colaboró en la escritura de su personaje para esta película, algo sumamente raro ya que Anderson es de aquellos grandes cineastas que tiene una etapa en la cual trabaja en solitario (escritura) para después colaborar en equipo (dirección). Además, el mismo director fue el encargado de la fotografía, por lo cual se siente alejada de la gran influencia que ha jugado Robert Elswit en la estética del Anderson.
¿Qué pasa con Daniel Day-Lewis? Hace no mucho leí una entrevista que le hacían a un director de cine –mentiría si dijera que me acuerdo, pero creo que era Oliver Stone– en la cual decía que los directores trabajan con ciertos actores que dan el rango en el cual está el personaje, en la entrevista, el realizador decía “nunca vas a ver a De Niro haciendo de un tipo bueno porque su rango actoral no da para eso”. En parte creo que esta afirmación es cierta, pero también soy fiel creyente de que hay actores que rebasan las líneas de la interpretación tradicional para entregar actuaciones extraordinarias; otros grandes que entran en esta categoría podrían ser Philip Seymour Hoffman, Mahershala Ali, Isabelle Huppert . Day-Lewis es multifacético, versátil. Lo vimos ser el abolicionista de la esclavitud en Estados Unidos (Lincoln) y también ser un padre que abandonó a su hijo por seguir creando un imperio petrolero (There Will Be Blood), un actor sin límites aparentes. “Phantom Thread” es para este grandísimo actor, su infinito adiós del cine. Después de terminarla comentó en una entrevista que anunciaba su retiro de la actuación. Y es que tanta profundidad en los personajes, es un desgaste emocional garantizado.
En esta historia de época ubicada a mediados de la década de los 50, Reynolds Woodcock (Day-Lewis), quien por cierto tiene un nombre bastante sugestivo, se siente impregnado de Anderson y Daniel al mismo tiempo; un modisto que busca, ante todo, lograr la máxima expresión de su arte a través de la ropa que confecciona. Incluso cuando tiene pasarelas de su marca, termina agotado, exhausto emocional y físicamente, como un actor o un director. Alma (Krieps), que también tiene un nombre muy sugestivo y simbólico para la historia, es quien llega a poner el mundo de Reynolds de cabeza. No solo está dispuesta a soportar las manías del diseñador, sino también a amarlo y a abrir su corazón y vulnerabilidades.
Paul Thomas Anderson entrega con este largometraje una historia que también se siente como una exploración nueva de sus temáticas recurrentes (la familia, los problemas paternales, las relaciones entre familia, etc.), Woodcock necesita a Alma. Woodcock necesita Alma.
La música de Jonny Greenwood es otro gran acierto para la película, el integrante de Radiohead ha logrado una serie de colaboraciones tan hermosas con PTA que parece que nunca va a superar la anterior. Y sin embargo lo hace. Sobre todo “House of Woodcock” es mi pieza favorita, ya que engloba el universo en el que se nos mete; uno de moda, elegancia, pero también de mucha oscuridad, mucha “fortaleza” que en realidad esconde una enorme vulnerabilidad.
Aparte de todo, del material que sobró, PTA hizo un cortometraje que dejo aquí abajo que se titula “For The Hungry Boy”.
“Phantom Thread” es una de las películas más personales de Paul Thomas Anderson, a mí parecer, junto con Magnolia (1999). Es muy interesante pensar que, de toda su filmografía, este par de proyectos sean las que tienen los nombres más abstractos. Mientras que “There Will Be Blood” (2007) o “Punch-Drunk Love” (2002) son muy claras en lo que representa el título, “Phantom Thread” y “Magnolia” nos dejan pensando mucho en qué propósito hay detrás del nombre.