i’m thinking of ending things (2020)

Siempre que veo un trailer me emociono. Pero cuando es algo relacionado con Charlie Kaufman, me vuelvo loco. Tengo la siguiente teoría: si el trailer de la película resume los primeros 15 minutos, es porque probablemente será una peli mala. Tal vez ya estoy predispuesto a mi burda y arbitraria teoría. 

Charlie Kaufman ha sido para mí una inspiración. Más allá de eso, ha sido un catalizador de cómo creo que debe hacerse cine; mi postura ante el séptimo arte. Kaufman ha tenido una larga carrera como guionista (empezando a escribir para series de televisión a inicios de los 90), y “i’m thinking of ending things” (2020) es apenas su tercera película como director desde que debutó con “Synecdoche, New York” en 2008. En 12 años, tan solo tres películas. Está de más decir que no dirige lo que otros escriben: él es el creador detrás de cada uno de sus proyectos desde 2008. 

Synecdoche, New York ha sido catalogada como una de las mejores películas del S. XXI.

Kaufman se ha desmarcado de la industria hollywoodense que domina prácticamente todo el mercado norteamericano y global. Él ha sido una figura de la subversión y lo que se conoce como “cine de autor” en el país más capitalista del mundo. Y no solo eso, sino que ha demostrado que hay otras maneras de pensar en cine, tal como lo hicieron Bergman o Tarkovsky. En muchas de las cintas de Charlie Kaufman, tanto las que ha dirigido como las que no, se percibe un claro dominio del “storytelling” (la manera de contar una historia). Pero esto queda en segundo plano cuando las temáticas y las emociones inundan sus narrativas; en “Eterno resplandor de una mente sin recuerdos” (2004), dirigida por Michel Gondry, Kaufman dejó en claro que el “cine comercial” no necesariamente debe tener a los Avengers en una batalla épica. En “Synecdoche, New York” (2008), su debut como director, rompió las barreras de lo que puede ser, o no, una historia. Queda claro que no estamos hablando de cualquier cineasta. 

En “i’m thinking of ending things” Kaufman vuelve a llevar una obra literaria al cine. Su primera adaptación fue, justamente, “Adaptation” de 2002, basada en el libro “The Orchid Thief” de Susan Orlean. En esta nueva aventura, basada en la obra homónima de Iain Reid, el director busca… ¿Qué? Fue en los primeros 15 minutos de la película que empecé a pensar en mi teoría del trailer. Charlie Kaufman no es un director que quiera ganarnos, busca hacer cine en sus propios términos. Lamentablemente, creo que esta vez, simplemente, y dicho de manera chavoruca, su proyecto no cuajó. 

En este nuevo proyecto, Kaufman toma muchos elementos prestados de sus dos anteriores esfuerzos, “Synecdoche, New York” y “Anomalisa”.

Ver escenas excesivamente largas dentro de un coche no funcionan. Las pláticas, a pesar de ser una crítica a los pseudointelectuales inseguros, nos distrae. La película comienza a tomar forma y atraparnos cuando llegan a la casa de Jake, a la par que el encargado de intendencia de una secundaria ve su novela. Pero de nuevo nos metemos al coche. Y vuelve a meternos en un mundo de pláticas largas que no nos llevan a ningún lugar, para terminar con un monólogo que recuerda a las puestas en escena de “Synecdoche, New Yok”. Lo malo no está en que no haya una historia, sino en que, por más de dos horas, pareciera que Charlie Kaufman quiso hacer una obra de teatro, no cine. Lo malo no está en que no existan “héroes”, “conflictos” u “obstáculos”, sino en que el propio director no terminó de pensar lo que quiso decir.

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