The Devil All the Time (2020)

¿Qué hace a una película memorable? Pensar en esta pregunta es tan repetitivo como ¿Qué es arte? No hay hilo negro, pero la respuesta tampoco es exageradamente compleja: una película memorable es aquella que cuando termina, la seguimos digiriendo. Es como si el postre fuera nuestra reflexión; se disfruta cada pensamiento. 

“The Devil All the Time” me recuerda a dos películas norteamericanas: “Kill Them Softly” (2012) y “The Place Beyond the Pines” (2012), qué extraño ver en el buscador que ambas sean del mismo año, ¿Habrá otra película en este 2020 que se parezca a estas tres y haga un cuarteto? Esperemos que no.

Lo más rescatable de la película es llevarme la grata sorpresa de ver que Tom Holland es un buen actor.

La historia se desenvuelve en un condado muy pobre de Estados Unidos. Podría decirse que estos mismos condados, o su estilo de vida, están representados en series como “Tiger King” (2020) o “Making a Murderer” (2015). Lugares que no se han podido desarrollar a la par del país más importante del mundo y que hoy, más que nunca, se visibilizan las problemáticas raciales y culturales. La película está ambientada entre los años de 1945 y 1965, aproximadamente, y muestra los problemas heredados de padres y madres a hijos e hijas (de ahí el parecido con “The Place Beyond the Pines”). No solo enseña los conflictos del núcleo familiar, sino de la enfermedad social de la postguerra en combinación con la modernidad (de ahí su parentesco con “Kill Them Softly”). Antonio Campos entrega en “The Devil All the Time” un círculo vicioso, y viciado, de maldad. Cabe destacar que con extraordinarias actuaciones de Robert Pattinson, Tom Holland y Bill Skarsgård ¿A dónde quiere llegar el director? ¿Qué quiere hacer con esta película de la maldad? Eso es algo que nunca termina de quedar claro. Mientras que “The Place Beyond the Pines” es un ciclo cerrado y perfectamente expuesto, “Kill Them Softly” es una divagación que termina por llegar a ningún lugar. La nueva cinta de Campos falla en su exposición de los “ciclos” y también divaga en la nada para llegar a-ningún-lado.

Hay una última película que recordé cuando terminé este nuevo lanzamiento de Netflix, se trata de “El listón blanco” (2009) de Michael Haneke. Inevitablemente, comparé ambas, por su discurso acerca del mal en este mundo. Mientras que la de este año busca impactarnos con su diseño de producción y nombres estelares, la de hace 11 años optó por el blanco y negro y muy pocos diálogos. El punto era ver la maldad, no platicarla. A pesar de que este es un comentario muy controversial, está película recién estrenada en la plataforma no hace más que aburrirnos por su falta de contundencia y, a la vez, por su violencia innecesaria al hablar del mal, en contraste con la obra de Haneke, que nos hace realmente reflexionar sobre si existe, o ha existido, el bien.

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